Los incendios están ocurriendo a una gran velocidad en la selva amazónica de Brasil. Los científicos advierten que podría dar un golpe devastador a la lucha contra el cambio climático.
Hasta el 20 de agosto, el Instituto Nacional de Investigación Espacial (Inpe) reportó un total de 72.843 incendios en Brasil, lo que representa un aumento de más del 80% en comparación con el mismo periodo de 2018.
Este incendio comenzó a finales de julio en una reserva ambiental en el estado Brasileño de Rondonia, en la frontera con Bolivia, y posteriormente se originaron otros en la región, poniendo en riesgo la vida de los residentes locales y los animales.
Los grupos ambientalistas han trabajado durante mucho tiempo para salvar el Amazonas, y culpan al presidente de Brasil, Jair Balsonario por poner en peligro la selva tropical. Lo acusan de relajar los controles ambientales en el país y alentar la deforestación.
Las políticas ambientales de Bolsonaro han sido controverciales desde el principio de su mandato.
Hace apenas unas semanas, el director de INPE fue despedido tras tener una disputa con el presidente; el director defendió los datos satelitales que mostraban que la deforestación era un 88% más alta en junio que el año anterior, y Bolsonaro calificó los hallazgos de “mentiras”.
El miércoles, Bolsonaro dijo que la reciente ola de incendios en el Amazonas puede haber sido causada por organizaciones no gubernamentales para atraer críticas internacionales a su gobierno.
“El crimen existe, y debemos asegurarnos de que este tipo de crimen no aumente. Les quitamos dinero a las ONG. Ahora se sienten afectados por la falta de fondos”
En julio, Greenpeace calificó a Bolsonaro y su gobierno como una “amenaza para el equilibrio climático” y advirtió que a la larga, sus políticas acarrearían un “alto costo” para la economía brasileña.
Activistas y organizaciones ambientales como el Fondo Mundial para la Naturaleza advierten que si el Amazonas llega a un punto sin retorno, la selva tropical podría convertirse en una sabana seca, que ya no será habitable para gran parte de su vida silvestre.
Si esto sucede, en lugar de ser una fuente de oxígeno, podría comenzar a emitir carbono, el principal impulsor del cambio climático.